SÍ, respondo alguna vez para contestar a una pregunta o a una serie de preguntas que tenga o tengan en común esa respuesta. Desde ese preciso momento la expresión de mi respuesta (SÍ) genera un espacio que queda acotado por su forma debido a su configuración y disposición, a lo que contiene y a la fisicidad que la identifica y singulariza; siendo ésta respuesta dada (SÍ), a consecuencia de estas variables, diferente a otras respuestas (a otros SÍES). Pero SÍ, antes de ser dicho e instalarse en la realidad, está compuesto de todo aquello que conforma la densidad de la que parte: todo lo que mi cerebro ha ido aglutinando a partir de lo adquirido, de lo comprendido y de lo puesto en función y relación con los otros factores que conforman mi pensamiento y en consecuencia mis intenciones y, posteriormente, mis acciones. La forma de expresión y el significado, al dar la respuesta SÍ, permite la posibilidad de penetrabilidad en espacios complementarios a esa respuesta, aquellos que se generan con la dicción (con la corporeidad
de la respuesta), es decir, que dependiendo de cómo sea la respuesta el espacio que ésta genera al ser dada será de una forma u otra. Este espacio cuando sea recorrido, en su integridad, por quien perciba
la respuesta, producirá las preguntas que validen esa respuesta y en consecuencia se propagará aquello que la respuesta contenga.